Si para algo fuiste hecho, es para sonreír.



En el momento más oscuro apareciste, fuiste una luz, una bocanada de aire fresco y me sentí viva, y felíz. Hacía tanto que no me sentía así que creo que ya no sabía que significaba eso, pero ahí estabas, con una sonrisa me alegrabas la vida. Una sonrisa sincera, esa sonrisa con la que siempre me demostraste todo y a la vez nada, si había algo que necesitaba (lo sigo haciendo) es tu sonrisa. Pero siempre que volé alto, la caída era dolorosa y el sufrimiento, inevitable. Cuando pienso que esas sonrisas ya no me pertenecen y que ahora otra persona te hace sonreír como yo, me retuerzo del dolor. Es que no hay nada más triste que saber que hay otra persona que te hace felíz, que te da lo que yo siempre estuve dispuesta a dar y que te ama, al igual que vos a ella. Al igual que yo a vos.