Me someto a los instintos, convenciendome sus gestos y mi juicio es el error. Si acaso es un pecado, que le voy a hacer; ¿cómo puede ser tan bello y a la vez envenenarme?. Su maldito veneno, que viene en frascos de besos, me engatuza el sentido. Soy una ilusa, una perdida que vende su alma por la sensatez. Por su maldito veneno esto se va a poner feo y voy a jugarme con fuego, a derretir este hielo. No moriré por un hombre.

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